9.8.1.2  Oxigenoterapia en la exacerbación de la EPOC

La corrección de la hipoxemia mediante el aporte de oxígeno es uno de objetivos prioritarios en el tratamiento de la exacerbación de la EPOC.

El aporte de oxígeno a concentraciones bajas, entre 24-28 %, es habitualmente suficiente para conseguir superar el umbral de seguridad clínica (PaO2 > 60 mmHg ó SaO2 > 90%) [ 113 ].

Debe prestarse también atención a los otros factores que intervienen en el transporte de oxígeno (hemoglobina y gasto cardiaco).

La oxigenoterapia a dosis altas (FiO2 > 40%) puede ocasionar retención de CO2 y acidosis respiratoria por hipoventilación central y por empeoramiento de las relaciones de ventilación-perfusión [ 114, 115 ]. Si se requiere una FiO2 > 50%, el oxígeno puede ser aportado por mascarillas faciales con reservorio y válvulas que evitan la reinhalación.

La respuesta individual del paciente es variable, por lo que se recomienda un primer control gasométrico a los 20-30 minutos [ 116, 117 ]. Para un mejor control de la concentración de oxígeno administrada, se recomienda utilizar sistemas de flujo elevado, como la mascarilla tipo Venturi.

Una vez que el paciente mejore y la cifra de pH se normalice, la pulsioximetría permite disminuir la frecuencia de los controles gasométricos. En esta situación, la administración de oxígeno puede realizarse mediante gafas nasales, que aumentarán la confortabilidad del paciente.